domingo, 8 de noviembre de 2009

El conocimiento científico y la concepción del mundo

Desde que el hombre es hombre ha querido saber quién es, porqué está en el mundo, qué es el mundo, qué es el fuego, cómo hacer fuego, porqué cae agua del cielo...en resumen, un sinfín de preguntas cuyas respuestas se creyeron sobrehumanas o sobrenaturales, al estar fuera del alcance del conocimiento humano. Como dijo Feuerbach, las religiones primeras y sus dioses eran proyecciones de los propios humanos que construían un ser perfecto por encima de ellos para explicar el mundo y que simbolizaban aquellos aspectos de la naturaleza sin los que no podían vivir. Bueno, el caso es que se va desarrollando el conocimiento y se empiezan a buscar explicaciones reales, aunque por el momento siguen siendo hipótesis no demostrables por no tener aún las herramientas materiales necesarias. En la etapa final del desarrollo del conocimiento asistimos a explicaciones objetivas de las relaciones entre los fenómenos, las leyes fundamentales que dirigen el universo empírico. Este nuevo conocimiento describe, a la vez que explica, la realidad objetiva a partir de la misma realidad. Pero lo más importante de este conocimiento es que no es un fín en si mismo, sino que se intenta alcanzar el conocimiento de la realidad, de la verdad, para que así surjan las herramientas necesarias para modificar el mundo, para desarrollar la acción. La acción no debe ser el fin último en sí misma, sino que debe serlo el conocimiento de la verdad, que nos llevará a la la acción.

En todo este proceso tenemos que distinguir dos momentos y dos actores, la investigación y la praxis, el hombre de ciencia y el hombre de acción. La primera fase, la de investigación, es una fase individual y el hombre de ciencia no debe preocuparse por las consecuencias de sus investigaciones, porque lo único que pretende es llegar a la verdad. Pero una vez llegados a este punto en el que toma el relevo el hombre de acción, éste si tiene que preocuparse por las consecuencias de dicha acción. La praxis es un acto que debería realizarse de forma colectiva y al buscar la modificación del mundo según nuestras necesidades, debe ser plenamente consciente de qué, cómo y porqué actúa.

Una vez establecido qué es y cómo se conforma el conocimiento, establezcamos qué no es conocimiento: la concepción del mundo. Ésta se basa en una serie de valores culturales dictados por la sociedad, pero este sistema de valores esta relacionada con la practicidad de los mimos, de ahí que de sociedad en sociedad siempre varíen. Por ejemplo, en las sociedades grecorromanas se basan en credos religioso-morales y filosóficos. Pero no pueden competir con el conocimiento científico positivo que se desarrolla en la Edad Media porque éste último ofrece unos conocimientos intersubjetivos comprensibles por todas las personas adecuadamente formadas. Estas sociedades basadas en el positivismo ofrecen seguridad y acaban por apartar a las sociedades basadas en dogmas. De la misma forma, las concepciones del mundo no tienen esas características positivas que ofrecen seguridad sobretodo porque las concepciones del mundo se basan sobre afirmaciones no demostrables a través del positivismo. Aunque algunas concepciones del mundo no son sustentadas por el positivismo, el positivismo si puede fundar algunas concepciones del mundo, en las que dicha concepción se construye al rededor de los resultados de la ciencia a la vez que motiva esa investigación.

Más allá de esto que ya he explicado he de reconocer que la parte de la concepción marxista del mundo no me ha dejado nada en claro... me la he leido tres veces y no se si es que el constipado que tengo no me deja pensar con claridad, pero no saco nada...
En fín seguiré intentándolo. Por hoy pasaré a la siguiente lectura y luego volveré sobre Marx...

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